El sindrome de la Tourette es un trastorno hereditario que, por lo general, comienza a desarrollarse ya en la infancia.
Este sindrome lleva el nombre del médico neurólogo, Georges Gilles de la Tourette, quien fue el primero en publicar información acerca de los movimientos nerviosos involuntarios.SÍNTOMAS DEL SINDROME DE LA TOURETTE
Este trastorno neuropsiquiátrico se caracteriza por la aparición de tics físicos y vocales que pueden ser simples o complejos. Es un problema que, por lo general, aparece asociado a:
– La hiperactividad.
– La ansiedad.
– El trastorno obsesivo – compulsivo.
– La depresión.
Lo habitual es que estos movimientos involuntarios o reflejos empiecen a desarrollarse durante la infancia, llegando a ser problemáticos en la etapa de la adolescencia. Esto se debe a que los jóvenes, debido a estos tics, comienzan a tener problemas de tipo social-afectivo.
Al ser un trastorno hereditario no existe una cura definitiva para el sindrome de la tourette. No obstante, sí se pueden minimizar los movimientos reflejos con:
1. Terapia cognitivo – conductual, basada en técnicas psicológicas que mejoran las habilidades físicas y mentales.
2. Medicamentos que reduzcan los efectos de los tics, para que el paciente pueda desarrollar una vida lo más normal posible.
Las personas que sufren este tipo de trastorno suelen padecer además, otra serie de consecuencias que también afectan a su vida diaria. Pensar constantemente en los tics hace que estos pacientes:
– No pongan atención a otras cosas importantes.
– Padezcan de cansancio y fatiga.
– Tengan problemas para leer, conducir, etc.
– Sufran discriminación social.
Todas las actividades psicológicas orientadas a disminuir este problema han de ser tranquilas y progresivas, ya que el exceso de entusiasmo puede provocar resultados indeseados que agraven aún más este problema.
Lo que nunca se debe hacer es intentar corregir a un amigo o familiar que padezca este síndrome. Lo mejor es dejar que se expresen y se comuniquen a su ritmo.