El tabaquismo es una de las adicciones más extendidas entre la población y también una de las más difíciles de superar. Al tratarse de una adicción muy aceptada socialmente (sobre todo hasta la entrada en vigor de la ley anti-tabaco, que prohibió fumar en todos los espacios públicos) los fumadores no tenían fácil abandonar el hábito del tabaco.
Pero las campañas de concienciación, el cada vez más prohibitivo precio del tabaco y las nuevas leyes, animaron a muchas personas a ponerse en manos de tratamientos y programas de deshabituación. El éxito de cada una de esas terapias ha dado desiguales resultados. La proliferación de cigarrillos electrónicos, parches de nicotina y tratamientos farmacológicos son métodos que, por sí solos, no han demostrado ser demasiado eficaces.
Esto ha facilitado la aparición de terapias alternativas, como la acupuntura y la homeopatía, que tampoco han podido demostrar mayor eficacia.
Pero entre esas terapias alternativas se encuentra también la hipnosis, que adecuadamente aplicada sí ha demostrado una eficacia muy superior al resto de métodos.
La hipnosis: el método más eficaz para dejar de fumar
En un estudio realizado por la Universidad de Iowa, se evaluaron 15 terapias contra la adicción al tabaco. La hipnosis resultó ser la más eficaz de todas ellas, con un promedio de éxito en torno al 36%. La introducción de la hipnosis como técnica es también eficaz en terapias con otras finalidades.
La hipnosis utiliza el poder de la sugestión. Esto es aprovechado por el terapeuta para, durante el estado de trance al que se induce al paciente, romper los vínculos que lo mantienen unido a la dependencia e instaurar en él otro tipo de respuestas al estímulo, en el caso de esta adicción: el tabaco.
La hipnosis no presenta ningún tipo de efecto secundario. Es, por lo tanto, altamente recomendable por su eficacia y, además, inocua.